Quizá no haya nada tan sensible como las alas de una mariposa. O sí; tu cuello a mis caricias, mis ojos a tu azul, tu oído a mi susurro, mi hombro a tu sueño.
Indicios que gritan que detrás de la coraza hay un mundo, hermoso, en el que perderse. En el que quedarse a vivir.
No, no eres dura como parece de lejos. Eres mucho más que eso.
Y claro, se muere uno de ganas.
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