Tu sencillez para esculpir en piedra con las manos desnudas. Esa facilidad para dejar tu impresión grabada a prueba del tiempo. Porque tus marcas vienen desde la sonrisa. No hay cicatriz si no hay herida, no hay dolor si tu manera de fijar impresiones se basa en la felicidad y tus armas son besos y risas. No dejas huecos, sino que te haces con un sitio que permanece lleno de velas con tu nombre.
Dejas cada piel mejor de como la encontraste, echarte de menos es derecho y no obligación.
Inspiras, remueves, conmueves. Alegras hasta de lejos, y por eso tu recuerdo es feliz y sereno. Añorarte es sólo querer ser mejor, mirar hacia arriba y no hacia atrás. ¿Perderte? Carece de significado contigo, que tu mayor mandamiento es compartir, lo demás viene y se va, y se disfruta lo que se comparte mientras se nos presente.
Panderetera que me dejas olvidar el hoy hasta mañana, que escondes un trébol de cuatro hojas contra la lluvia y lo desmigas entre papel de liar, no olvides que lo que tallas no entiende de olvidos, que lo que dejas sigue creciendo, que el quizá de un destino que sólo se toma su tiempo es el ojalá que me guardo con derecho a suspirar y nada más, que mis ojos ya han visto lo que no sabían ni que buscaban, recuerda todo el tiempo que permanecimos escondidos excepto aquella noche que pasamos uno al lado del otro en el diario sin saberlo.
Que ese punto de tus labios siempre me ha dicho que es punto y seguido, que mataría por volver a verte en pantalones y nada más, por estar detrás del círculo bajo tu triángulo, por volver a sentir esa risa floja tras sudarnos, por arrugar la nariz con las cosquillas de tu pelo, por volver a contar con todas tus facetas, no perderme ninguna de tus partes.
Porque era muy fácil sentirnos felices, y tengo que reconocer que sinceramente no creo que encuentre a nadie como tú para poder llamar compañera.
Compañera, ha sido un viaje corto. Pero me temo que por muy largo que hubiera sido, me lo habría parecido igualmente. Sigo quedándome con mi ojalá, porque seguiré sintiéndote como te siento. No es sólo culpa tuya, de como seas. Es culpa de los dos, de cómo somos juntos.
Así que me despido con un ojalá.
lunes, noviembre 11, 2013
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