Sí,
también habrá alguno de esos días en los que todo se vuelve del revés, que
siempre hay quien quiere dejar sus nubes en tu parte de cielo pero no. Que no
lo logran porque tu parte de cielo es enorme, y porque prefieres la lucha a la
compasión, la búsqueda a la inercia. Y en alguno de esos días te verás temblar
a ti misma, pero siempre habrá por lo menos tres razones por las que nunca
llegarás a caer.
Una es
lo que llevas dentro, lo que te hace como te hace, incluyendo la sonrisa, la
fuerza, la ilusión, las ganas, la franqueza, la mirada y tantas cosas más hasta
llegar a detalles como los pequeños puñetazos que das cuando estás feliz, o tu
manera de doblar las muñecas al girarte. Todo lo que llevas dentro, lo que tú
eres, ya es equipaje suficiente para cualquier camino que elijas. Todas esas
piezas forman un mosaico de razones para creer en ti, en ti misma.
Otra es
lo que das, lo que haces llegar. Porque siempre creí que todos somos un poco
caja de resonancia, y que tu forma de dar, de ser hacia fuera, provoca ecos y
respuestas que no son más que reflejo de cómo cada uno se muestra. Y comprenderás
que en tu caso la mayoría de las veces ese eco te devolverá calor, y color y si
acaso reconozco que, en algunas cajas de resonancia ajadas y amargadas, la
envidia.
Así que
sí, que nos vengan esos días, y haremos que parezcan minutos. Después de la
tormenta, oleremos la tierra y en la zona recién regada nos dedicaremos a
plantar brotes, que es lo que se nos da, mientras otros parece que persigan a
las nubes para vivir debajo de ellas.
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