Era
todo por sus pequeñas manías. Sus miedos, sus temores. Su manera de cambiarme
el día, sus sonrisas. Sus entradas y salidas, su sencillez para hacer crecer
lo pequeño, su maña con los colores. Su ilusión. Sus decisiones. Su modo de ver
las cosas. Sus enojos. Sus dudas, mis ideas. Mis dudas, su apoyo. Sus secretos,
mi oído. Su interés, mis capas. Nuestros cafés. Sus nudos, mis dedos. Sus
aficiones, mis intenciones, nuestras tardes. Sus ganas, mi torpeza, nuestras
risas. Sus sentidos, mi plastilina, nuestros secretos. Todas nuestras cosas,
nuestros días.
Su
facilidad para meter su vida tan dentro en la mía, y revolver hasta los
pronombres.
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