Lo
bueno del frío es tener con quién reírse de las nubes de vapor que mezcláis en
el aire, de buscar el calor, del lado bueno de las noches largas. De esconderse
en bares y resoplar al sentarse, del olor a azúcar y chocolate a media tarde.
Y si
no, habrá que ser como los árboles; permanecer de pie ante la nevada y cuando
lleguen los primeros vientos de la primavera sacudir las ramas, saludar al sol y
volver a crecer.
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