Hay
huecos grandes, enormes como un silencio de redonda que a veces no se sabe cómo
se van a llenar. Y esa sensación de vacío que todo el mundo conoce, de caminar
como si a uno le hubieran atrapado el pecho entre un yunque y una verdad. No, no se
sabe cómo y uno se preocupa de si será capaz, de siquiera
si lo merece mientras le resulte extraño que un vacío pese tanto.
Ante
esto hay gente gris que se deja caer, pero hay otra gente que contó con el
pincel de una mano de pose simpático y que gracias a sus colores pudo aprender
a llevar el peso del espacio vacío, igual que aprendió tantas otras cosas,
gente corriente que se deslumbró con la luz y que no desea más que seguir
viendo colores.
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