No voy a perderte. Esta vez no voy a rendirme, a resignarme, a soltar los dedos. Ni tú ni yo queremos. Y no vamos a perder. Todas las piedras, todas las veces que pelé las rodillas, todas las batallas que iba perdiendo me han hecho luchador. Y se da la casualidad que por una vez no quiero, porque quiero. Porque vale la pena. Porque ni siquiera hay pena. Hay un día a día en el que caminamos, creciendo y sujetándonos la cintura. Habrá quien diga que encuentra más de diez, incluso doce, razones para que perdamos. Y nos parecerán las mismas por las que merece la pena. Además, no todo son razones. Además, está lo que tú y yo sabemos.
Además me acompaña esa sensación de certeza que nos invade en raras ocasiones, pero que hace que movamos las piernas para otro paso más adelante.
No, tú y yo no sabremos correr. Pero en lo que es dar paso tras paso marcamos huella. Además, no buscamos llegar pronto a ninguna meta. Lo nuestro es el camino. Estamos en lo que estamos..
Y, si alguna vez dudo, meto la mano en mi bolsillo.
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