
Antes de que acabe el invierno, acabaré mostrando en esta foto que eran para mí los reyes.
Aunque siempre pasa lo que pasa. El tiempo. Y no es que los reyes no sean lo mismo. Más bien creo que no somos los mismos. No hablo ahora de la ilusión o de la inocencia que vamos dejando arrastrada por el camino. Es que como contrapartida, la experiencia nos deja cada vez menos espacio para sensaciones nuevas.
Ningún beso es como el primer beso. Y ningún regalo será tan bonito como la mayoría de nuestra infancia. Miremos a los ojos de un amigo cuando le damos un regalo de cumpleaños. Es esa mirada la que explica el cambio. Comparémosla con la de nuestro mismo amigo cuando le dábamos un regalo hace muy muchos bastantes años. Ya no se le abren tanto los ojos, ni parece que se le escucha el corazón, ni nada de nada.
A veces asusta lo rápido que nos morimos de dentro hacia afuera. Si nos dejamos. Gracias a dios, todavía conozco por ahí corazones blanditos, incluso en corazas sexagenarias. Viven en esa especie de personas a las que quieres casi según las conoces. Personas que saben disfrutar de las mismas viejas sensaciones como el primer día. Todo un lujo.
4 comentarios:
lo q mas recuerdo era un billete de 500 pesetas que me daba mi guela, fijate q derroche
tienees perressssssssss
bueno bueno, que cien duros daban eh? el de 500 era el de rosalía de castro?
si en efecto era el de rosalia de castro.aunque la paga del fin de semana eran 10 pesetas, al cambio no se lo que seria ahora...
pos que suerte porque yo m'alcuerdo del de falla, y yá doi gracies :)
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