Ilusos son los que creen en la magia de la imposición de manos; esa fé en que con el simple hecho de poner unas manos sobre un cuerpo enfermo, y dependiendo del grado de santidad de las manos, se puede llegar a curar una dolencia. Ciegos son quienes se empeñan en ver algo grande en ello.
Ignorantes que no saben que la magia está en conseguir lo contrario, que sea curado el cuerpo del que pone las manos en el del otro. Eso es magia, como la que sucedía cada vez que yo posaba mis manos en tu piel.
No había mal que no se fuera, ni día que no acabara en sonria si me dejabas buscar cada ruta de ese mapa del tesoro.
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