Te
siento pegada a mis costillas, te agarras tan fuerte que me duele cuando
intento respirar el aire fresco que tanto recomiendan, pero puede que mi pecho
prefiera llenarse del aire pesado y denso que envuelve las bocas tras cada
beso.
Te
agarras con la fuerza increíble de las delicadas manos de un recién nacido, que
lo va descubriendo todo como yo volví a descubrir por tu gracia. Te cuelgas del
corazón, como una niña en un columpio un día de verano, adelante y atrás, bom
bom, marcando los latidos.
¿Qué
pasará cuando te bajes?
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