Me
había olvidado muchas cosas, y otras tantas ni siquiera las conocería a no ser
por aquella canción. Algunas de ellas no siguen conmigo, pero desde luego las
que me quedan no paran de sacarle colores a la letra y sabor a la melodía que
hizo temblar todas las capas que impedían que llegara el sol a mi piel. Y de
vez en cuando paseo desnudo cuando la susurro, sin parar de dar las gracias por
el bronce anaranjado que esos rayos le devolvieron a una piel menos blanca que nunca.
Que me
río de los que se quedan con París sepia, de cosas a lo grande nunca obtuve
sonrisas, en pequeños detalles me gané tu mirada.
Una sencilla
canción, un momento y un estallido que se te cuela dentro para siempre.
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