Traes del mundo de las ideas al terrenal y con todo el cariño del mundo a una criatura que te proporciona muchas más alegrías que tristezas y de repente pierdes esa libretita negra donde existía y sólo te queda el recuerdo y el blog en el que has puesto sus apellidos por autor. Pero sucede que el mismo día que te preguntan por la mañana por el orígen de Grís Durán, te enteras por la tarde y de casualidad de que a unos kilómetros (y muchos más años) de distancia alguien muy apreciado ha usado el mismo nombre para traer otra criatura al mundo infinitamente más valiosa, y por la noche aparece por arte de magia la libretita en el bolso de una cazadora de cuero marrón. Y te quedas perplejo.
Porque una coincidencia es eso, que parezca que no pasa nada cuando en realidad es que las cosas se confabulan para pasar de repente, talmente parezca que en el limbo en el que viven las cosas antes de suceder es donde idean planes para hacer la vida más o menos graciosa. O quizá es sólo que quedan entre ellas y se dicen "nos vemos tal día" y tal día te quedas perplejo (que no perpléjico de ver un perplejismo).
No hay comentarios:
Publicar un comentario