viernes, julio 06, 2007

Fiesta de prao v2.2


Volví a encontrarte y contigo volvieron aquellos olores -recuerdos-. Pero esta vez todos mezclados. La hierba olía a sidra, el humo del tabaco a pólvora. Casi no quedaba ni el ruido y mientras no sé si Victorio no sé si Lucchino se disfrazaba de camionero el filo de una espalda me quemaba las orejas. Se había acabado la actuación de los equilibristas, el mago de postín (de medio pelo) insistía en su función tratando de sacar el conejo de la chistera barata que brillaba por su ausencia. Y tú en Amsterdam, y yo alargando la mano para tocarte de lejos cuando el forzudo levantó los cien kilos mirando a los ojos lánguidos de la bailarina que palidecía por segundos entre sus propios humos. Y el payaso repartiendo sonrisas de oficio aunque le tiemblen las piernas al ver al león gruñendo suavemente de la que juguetea a zarpazos con su pequeño hombre-orquesta de hojalata. Y sigue la función, el espectáculo debe continuar...

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